Como era un castillo medieval

Los grandes castillos son el símbolo indiscutible de la Edad Media. Estas titánicas construcciones albergaban en su interior todo lo necesario para llevar a cabo una vida autárquica.

El Castillo de Caerphilly es una fortificación normanda, situada en el centro de la pequeña ciudad de Caerphilly, en Gales del sur. Es el castillo más grande de Gales, y quizá una de las mayores fortalezas de Europa.
El Castillo de Caerphilly es una fortificación normanda, situada en el centro de la pequeña ciudad de Caerphilly, en Gales del sur. Es el castillo más grande de Gales, y quizá una de las mayores fortalezas de Europa.

A la hora de construir un castillo se debían respetar dos reglas de oro. Primera, que hubiese agua cerca, y segunda, que el terreno elegido para levantar la fortaleza estuviese cierta altura, sobre una colina o peñasco escarpado. Estas dos normas, en realidad, no eran otra cosa que medidas de seguridad. El lago garantiza la supervivencia de las horas de sitio, amén de procurar una rápida vía de escape, y la altura y lo accidentado del terreno facilitaba las tareas defensivas.

La barbacana el único acceso exterior la fortaleza. Pero la construcción rectangular, amurallada y con dos puertas. Los visitantes entraban por una de ellas y acto seguido quedaban encerrados en el interior de este recinto. Se procedía su identificación y sin había sospechas se permitirá la entrada a la atalaya a través de una segunda puerta. A continuación, desde la torre principal se extendía el puente sobre el foso. Esta cavidad circunvalará toda la construcción normalmente estaba llena de aguas farragosas y de alguna que otra estaca apuntalada en el fondo. Atravesado el foso, los recién llegados debían esperar unos minutos sobre el puente, pues todavía debía izarse la reja de hierro y abrirse los pesados portones.

Todo este proceso de acceso castillo era largo pero lógico, ya que cualquier precaución defensiva era poca por eso, no es de extrañar una de las partes más privadas de la fortaleza fueron las murallas. Estos muros, de un perímetro defensivo de casi 2 km y de hasta 3 m de ancho, se construían con grandes y pesadas piedras de inquebrantable solidez. Existía en estos lienzos un largo y continuado pasillo, protegido por almenas de tamaño de un hombre. A lo largo de este adarve, discurrían los soldados, los centinelas y arqueros capaces de acudir prestos allí donde se produjeron emergencia.

Los terrenos interiores constituyen en sí una pequeña ciudad autárquica en la que se daban cita hombres dedicados a diferentes oficios -artesanos, carpinteros, labradores, zapateros, sastres, al menos… -y emplazamientos de diversa naturaleza: almacenes, establos, pozos, forjas, huertas, hornos y cobertizos. A su vez, una segunda muralla separar estos terrenos de la fortaleza vivienda del señor feudal y sus posesiones.

La vivienda feudal tenía varios pisos y guardaba mucho más parecido con un castillo el uso que con una residencia. Esta gran casa pétrea de aspecto lúgubre contaba con un enorme salón donde se llevaban a cabo los banquetes y las audiencias judiciales. Había capillas destinadas al resto de las ceremonias de investidura de los futuros caballeros. También albergaba dormitorios, dependencias para los siervos y almacenes diversos en los que se llevó a cabo un exhaustivo registro de las entradas y salidas de los productos y mercancías del castillo.

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