El mundo de Carlomagno por Alma Leonor

El mundo de Carlomagno por Alma Leonor

retrato-de-carlomagno-por-alberto-dureroTenía yo ganas de hablar de uno de los grandes personajes de la Historia Universal, un personaje al que se le suele calificar como el paladín del renacimiento del latín y de la cultura occidental, e incluso también del europeísmo.

Este personaje es Carlomagno (747-814), y la historia de su vida está muy relacionada con el día de Navidad.

El principio y origen de su legado, sin embargo, hay que buscarlo mucho antes de su nacimiento. Para comprender el alcance del personaje hay que conocer primero el mundo en el que va a surgir Carlomagno y después se podrá entender mejor el mundo que él legó a la Historia.

Empecemos por tanto por conocer su origen étnicoLos Francos, uno de esos grupos germanos que ya sin el paraguas del Imperio Romano, se instalan en el convulso mundo europeo alto medieval.

Eran varias tribus de guerreros, principalmente Salios, Ripuarios y Sicambrios, pero también: Camavos, Téncteros, Brúcteros, Actuarios, Tuiabtes, Ansivarios, Usipetes, Tubantes, Catos… etc., y habían sido aliados del Imperio Romano, formando parte del ejército. La primera unión de tribus pudo tener lugar en el año 166 en el marco de la lucha de los romanos contra los Marcomanni, también germanos, de la Panonia. Tras la victoria se hacen llamar FRANCOS a sí mismos con el significado de “los valientes, los libres”, y se van haciendo con un territorio que, a lo largo de toda su historia, llegó a ocupar lo que hoy sería aproximadamente, Francia, Bélgica, Países Bajos, Alemania y una parte del norte de Italia. Su primer y mítico rey, Meroveo, artífice de la unión federada con Roma, fue el origen de la dinastía Merovingia.

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Esta dinastía Merovingia, famosa por las historias noveladas de cátaros y griales, fueron protagonistas en realidad de enconadas intrigas palaciegas de reyes, nobles y sus mujeres, que darían para mucho más que todo lo que se ha escrito sobre ellos hasta hoy. Y eso que tenemos muy pocos datos sobre su historia, porque eran todos poco dados a los registros y no dejaron apenas escritos. Como muestra, no se conoce con exactitud ni el año ni el lugar del nacimiento de Carlomagno. Lo que sabemos de los francos y merovingios es principalmente por Gregorio de Tours (538-594), y su obra Historia Francorum (Historia de los francos).

clodoveo-1El personaje más destacado de esa obra fue Clodoveo I (466-511), de los salios (aunque Gregorio de Tours le sitúa entre los sicambrios). Con 15 años, en el 481, fue ya jefe de su tribu y nombrado rey de los francos. Supo hacerse con un gran poder merced a varias estrategias: Primero se granjeó las simpatías de la iglesia y de la nobleza galorromana gracias al obispo de Reims, San Remigio; luego se casó con una princesa cristiana de la poderosa estirpe de los burgundios, llamada Clotilde, sellando así una unión de tribus con la que vencieron a los alamanes en batalla; y, merced a una promesa hecha si vencía en esa guerra, se convirtió al cristianismo junto con 3.000 de sus hombres, el día de Navidad, el 25 de diciembre del año 499 (año aproximado, no se sabe con exactitud). Dijo Remigio a Clodoveo: “Sicambrio, agacha la cerviz: adora lo que quemaste, quema lo que adoraste” (Historia Francorum, Libro 2º, cap. XXXI).

clodoveoY con esta conversión la Iglesia le corona Rey al tiempo que santifica su estirpe como la única con carácter real. Pero para asegurarse de ello, ya que la monarquía entre los germanos era electiva, Clodoveo mandó asesinar a lo largo de su vida a todos los posibles rivales de todas las tribus francas susceptibles de sucederle en el trono. Vencidos de nuevo los burgundios, se anexionó su territorio (Borgoña) y fue rey hasta su muerte, acaecida en París en el 511, a los 45 años de edad, configurando así el reinado merovingio más largo de su historia.

El nombre de Clodoveo proviene de una raíz del antiguo alto-alemán que podría traducirse por el actual Ludwig, latinizado a Ludovico o Luis, nombres todos ellos muy vinculados a las realezas europeas, sobre todo francesas, cuya especial relación con la originaria dinastía de los francos llega hasta el siglo XIX. Por ejemplo, hasta 1825, con Carlos II de Francia, los reyes galos se coronaban en la Catedral de Reims.

franksPara abreviar un poco, porque sería mucho lo que se podría contar de esta estirpe, digamos que los reyes merovingios son los primeros “bárbaros” en convertirse a la fe católica. La mayoría de los germanos eran paganos, y los que profesaban el cristianismo lo hacían en la fe arriana por influencia de la oriental Bizancio, y por eso, es tan importante esa relación de apoyo mutuo entre la Iglesia de Roma, de occidente, y los gobernantes francos.

Ahora hablemos de la estirpe de Carlomagno, que ciertamente no era merovingio, sino de la familia pipínida, llamada luego carolina.

Los territorios francos estaban constituidos básicamente por dos grandes reinos: Austrasia (Germania y Turingia) y Neustria (Borgoña y Provenza), que siempre estuvieron en crecimiento. Pues bien, para dirigir los asuntos de tan basto estado, los reyes merovingios contaron con una especie de “ministro” llamado “Mayordomo de Palacio”, uno por reino. Y esta tarea estuvo casi desde el principio en manos de la familia de los Pipínidas, empezando por Pippino de Landen, “el Viejo”, en el año 615. Y ya desde entonces se entabló una especie de animadversión manifiesta entre ambas dinastías, los Merovingios y los Pipínidas.

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Y esto fue así porque eran los mayordomos pipínidas los que realmente gobernaban en los dos reinos. Con Clodoveo IV, en el año 680, Pippino de Heristal (Mayordomo ya desde Clodoveo III, con quien aparece en la imagen) es el que ocupa el cargo en todo el reino franco hasta el 714, cuando le sucede su hijo, ilegítimo, Carlos Martel (686-741), auténtico artífice de la denominación Dinastía Carolingia (o carolina) y no Carlomagno. Carlos Martel llegó a reinar de facto en el año 737 a causa de la ineptitud y dejadez de los reyes merovingios, que fueron llamados por la historia “los reyes perezosos”.clovis_iii_and_pepin_of_herstal

Pero también eran conocidos como “los reyes Taumaturgos” porque se les atribuía una especie de poder mágico con el que podían curar enfermedades solo con la imposición de manos o con la posesión de una parte de su vestimenta. Esta creencia (que justifica por un lado la expoliación de las tumbas merovingias) llegó a manifestarse también en la persona de reyes franceses medievales tal y como apuntaba el historiador Marc Bloch en un libro, titulado precisamente, “Los Reyes Taumaturgos”.

Bien, con muchas hazañas y una vida casi de novela, Carlos Martel fue un gobernante clave para la historia en esta etapa tan temprana de la Edad Media: Libró a la Iglesia de Roma de la conquista de los lombardos; Y fue quien frenó a los musulmanes en Poitiers, en el año 733, impidiendo que llegasen a conquistar toda Europa… Por cierto, que Martel, que significa “martillo”, viene por esta victoria, y se le llamó así solo a partir de este momento.

carlosmartelPero recordemos, Carlos Martel era únicamente Mayordomo de Palacio, no rey. Y a su muerte, son sus hijos quienes heredan ese título, el de Mayordomo de Palacio. Y digamos que, tras varias intrigas palaciegas que acaban con las opciones de Grifon, su hijo bastardo, son Carlomán y Pippino “el Breve” (porque era muy bajito), quienes van a heredar los cargos dividiendo el reino de nuevo: el primero será Mayordomo de Austrasia y el segundo Mayordomo de Neustria.

Con lo que hemos visto hasta aquí ya tenemos una idea de cómo se van a ir definiendo los dos grandes bloques territoriales europeos: Alemania y Francia.

Pero seguimos… tras apartarse Carloman del cargo (era muy religioso y se retira al Monasterio italiano de Montecasino, un lugar con una historia fascinante por cierto) Pippino “el Breve” (715-768) consigue hacerse con el poder (como Mayordomo de Palacio, no lo olvidemos nunca) de nuevo de todo el territorio en el año 751. Entonces su ambición ya no tendrá medida. Para granjearse las simpatías del pueblo franco y de los galorromanos del territorio, primero hace restituir al último rey merovingio, Childerico III, que estaba encerrado en un convento desde la época de su padre.

pc3a9pin_the_youngerY segundo, se casó con una princesa de estirpe merovingia, Bertrade de Laón, quien por cierto era llamada “la del pie grande” porque tenía un pie más grande que el otro… una curiosidad más en esta compleja historia, ya que algunos han asimilado su historia con la de la legendaria y mítica “reina pie de oca”.

No nos olvidamos de la Iglesia de Roma, no. Hay que recordar, antes de seguir, que en estos momentos no solo tiene como enemigos cercanos a los lombardos (con continuas incursiones y saqueos que amenazaban sus territorios), sino que también tenía muy cerquita de Roma, en el llamado exarcado de Rávena, a otro poderoso y gran enemigo, Bizancio (ocupaba varios territorios italianos en estos momentos), que es el Imperio Romano de oriente, continuador natural del Imperio romano en el mundo, y cuya presencia hegemónica en el Mediterráneo preocupaba a la Iglesia de Roma. Además, el emperador Anastasio I (circa 430-518), mientras se enemistaba con la Iglesia a causa de una cuestión teológica arriana (el cisma del filioque), había nombrado a Clodoveo I, del que decíamos antes que era el rey más importante de los merovingios, “Cónsul Imperial de la Galia”, legitimando con ello su gobierno en tierras francas.

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Con este panorama va a suceder algo que trastoca todo lo imaginable políticamente en ese momento, algo que hoy llamaríamos un Golpe de Estado con colaboración exterior. Pippino y el Papa, que es Zacarías en estos momentos y necesita de la defensa militar de los francos, acuerdan ayudarse mutuamente y encuentran una “artimaña” legal, la “causa inutilitatis” que había llamado San Agustín.

zacariasPippino le preguntó al papa: “¿Quién es más digno de llamarse Rey, aquel que lo es de nombre, o aquel que reina efectivamente?” A lo que Zacarías le respondió que “más vale llamar rey al que ejerce el poder que a quien solo lo tiene nominalmente”. En pocas palabras: Fuera reyes inútiles… a su causa.

Y nombró a Pippino rex francorum por “derecho divino”, un rey “ungido de Dios”, acto realizado por San Bonifacio, que era el legado papal en el territorio franco. Una vez depuesto Childerico III, se produjo el cambio de dinastía franca, y no solo eso, sino que el camino que se ha recorrido es asombroso: Desde una monarquía electa de los francos salios, se pasa a una monarquía hereditaria de sangre de los merovingios y ahora a una monarquía “ungida”, investida como un poder que emana directamente de Dios y es sancionado por el papado, en la persona de los pipinidas, que ya son conocidos como carolingios. El propio Papa otorgó a Pipino III (antes “el breve”) y a sus hijos el título de “Patricios de los Romanos” (no nos olvidemos del cargo otorgado por Anastasio de Bizancio a Clodoveo, Cónsul Imperial), sellando así la alianza perpetua con la Iglesia de Roma.

¿Y qué es lo que obtiene la Iglesia a cambio? Pues recibe nada más y nada menos que la creación de los Estados Pontificios. Pero fijémonos primero hasta donde llegó la inquina del derrocamiento. A Childerico III no solo lo apartan del poder y lo envían a un monasterio de por vida, sino que le cortan el pelo (para los merovingios, sus largos cabellos eran el símbolo de su poder) y es tonsurado, algo que en lenguaje de la época significa que “abre su mente a dios”, es decir, se consagra a la vida monástica que implica castidad, es decir, no tener descendencia. Es el más perfecto y pérfido fin político de una persona y de una dinastía.

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Y aún más… Es así como la Iglesia de Roma se “desvincula” moralmente, digámoslo así, de la dependencia imperial de Bizancio, volviendo sus ojos hacia el nuevo y poderoso reino nacido en occidente, el de los francos carolingios, a cuyo poder se somete a la vez que lo sujeta. Una jugada maestra de la Iglesia de Roma, pero también de los Pipínidas. Es el inicio de la imbricación religión-Estado en Europa.

El nuevo Papa, Esteban II (Zacarías muere en el 752), pide a Pippino que acuda en su ayuda pues está siendo atacado, de nuevo, por los lombardos (también se pueden encontrar como longobardos, son los mismos). Es tan necesaria esta ayuda, que el papa viaja hasta la corte carolingia, siendo la primera vez que un papa emprende un viaje semejante.

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Y Pippino, que sería “breve” pero era más listo que las ratas coloradas, tiene con Esteban un gesto político de suma importancia… se postra ante él y le guía tomando la brida de su caballo con sumisión… esto… lo había hecho Constantino el Grande con el papa Silvestre I en el siglo IV (en la imagen) y Gregorio de Tours había llamado a Clodoveo, rey merovingio, el “nuevo Constantino”. Pippino quería entroncarse en la Historia, como igual, a los más grandes. Y una vez logrado, promete al papa no solo ayuda militar (se convertirán así en el “brazo armado” de la Iglesia) sino también unos dominios lo suficientemente grandes y potentes (le entregó hasta 22 ciudades del centro de Italia) como para no temer más intentos de asalto. Y así es como nacieron los Estados Pontificios.

Tumba de Pipino el Breve y Bertrade de Laón en la Basilique de Saint Denis
Tumba de Pipino el Breve y Bertrade de Laón en la Basilique de Saint Denis

Terminando con Pippino III “el breve” (no lo olvidemos, dicen que medía 1,37 m de alto), anunciando su muerte en el año 768, tras dejar el reino en herencia a sus hijos, como era la costumbre de los francos (y lo seguirá siendo con Carlomagno). El reino de Austrasia lo hereda su hijo Carloman I (751-771) y Neustria queda en manos de Carlomagno hasta que, a la muerte del primero, Carlomagno se hace con todo el reino, obliga a los hijos de Carloman a ingresar en un convento y se convierte en Rey de los Francos, de todo el Reino Franco de Occidente.

Carlomagno
Carlomagno

De Carlomagno hay más documentos históricos que sobre los merovingios, sabemos un poquito más de él, hay más fuentes, pero la principal es la obra “Vita Karoli Magni”, vida de Carlomango, la biografía que escribió el erudito franco Eginardo (770-840) bastantes años después de su muerte, en el año 830. En boca de Eginardo, Carlomagno era “ancho y robusto y de estatura eminente”… pero recordemos que era hijo de Pippino “el breve”… aquí ya no cuadra algo, o Eginardo se dejó entusiasmar por la fidelidad a su monarca, o la legitimidad de Carlomagno podría haber sido discutida y eso no lo ha hecho nadie, así que vamos a pensar que Eginardo, se entusiasma y que no es muy exhaustivo en su biografía, pues no consiguió averiguar ni la fecha ni el lugar de nacimiento de Carlomagno, como decíamos antes. Se supone que nació en Herstal, una ciudad hoy belga, pero no se sabe bien, ni tampoco cuándo: pudo ser entre el año 742 y el 748. Sí que sabe que falleció en Aquisgrán, capital de su Imperio, el 28 de enero del año 814.

Estatua ecuestre de Carlomagno en Notre-Dame en París.

Sigamos con Eginardo: “De cabellera blanca y hermosa… (se refiere a que era rubio)… ojos grandes y brillantes, nariz poco más que mediana…” (o sea, narizotas)… “rostro alegre y regocijado…estando de pie como sentado realzaba su figura con gran autoridad y dignidad. Y aunque la cerviz era obesa y breve y el vientre algún tanto prominente, desaparecía todo ello ante la armonía y proporción de los demás miembros. Su andar era firme, y toda la actitud de su cuerpo, varonil; su voz tan clara, que no respondía a la figura corporal…”

Bueno hasta aquí la hagiografía, ya nos podemos hacer una idea de que muy agraciado no debía ser… además uno de sus hijos fue llamado “Pippino el jorobado”… así que si se parecía a su padre, pues peor me lo ponen.

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Carlomagno fue un guerrero, un guerrero feroz que no dejó las armas durante toda su vida. Amplió el reino franco con la conquista de buena parte de la Europa central y oriental… y una franja fronteriza con el reino musulmán de la península Ibérica que fue llamado “La Marca Hispánica”, creada tras darse al traste la conquista del territorio por la derrota frente a los vascos de Roncesvalles, dando lugar al romance “La Canción de Roland”. Fue además muy cruel en todas estas conquistas, pero sobre todo en la del territorio sajón, los paganos del norte de Alemania, a los que sometió al cristianismo a sangre y fuego, con la masacre de más de 4.500 practicantes paganos, y una guerra que duró varios años: dieciocho campañas entre el 772 y el año 804.

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Llegó así a dominar un territorio que abarcó la mayor parte de lo que hoy serían Francia, Suiza, Austria, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania, Italia, Hungría, la República Checa, Serbia, Eslovaquia y Croacia. Así que por este, digamos, dominio europeo, ha sido señalado en alguna ocasión como el paladín de la unión de Europa, el origen mítico de la idea de unidad europea.

En realidad es bastante común buscar orígenes míticos a las fundaciones nacionales o supranacionales, como es la UE, pero Europa no tuvo una conciencia de unidad en estos momentos, es más, tardó bastante en llegar a esa idea, tiempo y guerras, además de que aún hay que esperar al nacimiento de la idea de Estado Moderno, al menos al siglo XVI. Como poco.

330px-charlemagne_et_alcuinPero a Carlomagno, también se le atribuye el mérito del Resurgimiento Cultural de Europa, llamado desde el siglo XIX, Renacimiento Carolingio.

Dice Eginardo que Carlomagno hablaba fluidamente el latín y entendía un poco el griego. Pero un profesor mío nos decía que “estudiaba latín ávidamente en sus momentos de descanso”, lo que podría ser una contradicción. Es posible que Carlomagno pudiera tener una formación cultural más elevada que la media de la época, reservada casi exclusivamente a clérigos y monjes, porque los reyes y nobles germanos destacaban, precisamente, por su casi analfabetismo… Pero la aproximación de los reyes francos a la Iglesia de Roma pudo abrirles unas puertas culturales que otros reyes ni siquiera se atrevieron a franquear.

Con el reinado carolingio aumentó la producción artística y literaria muy devaluada desde la caída del Imperio Romano en el siglo V, y también se crearon leyes, se reformó la moneda, se realizó una organización administrativa del territorio, se potenció la política… fue, en fin, un gran resurgimiento socio-cultural que se ejemplifica muy bien con la creación y difusión de la letra carolina, utilizada en toda Europa, desde un punto central, la Escuela Palatina de Aquisgrán, al frente de la cual estuvo otro personaje de gran importancia, Alcuino de York (circa 736-804), un monje inglés con una gran preparación, llamado en latín Alcuinus Flaccus Albinus (con lo que probablemente no hace falta decir más sobre su aspecto). Alcuino entra en la corte Carolina en el año 782 llamado por Carlomagno.

alcbio1Respecto a las leyes, los francos y lo demás pueblos godos germanos anteriores no se habían quedado de brazos cruzados, por ejemplo los burgundios o los sajones tuvieron un código legislativo. También los francos salios, con su rey Clodoveo I, compendiaron y escribieron en latín, en el siglo V, un conjunto de leyes propias de las que luego derivaron muchas de las reformas Carolinas. Básicamente eran leyes sobre la herencia, robos, muertes violentas, condenaban la hechicería (no hay que olvidar que se habían convertido al cristianismo). Ese compendio era conocido como Ley Sálica, la ley de los salios y también aludía a la sucesión del reino, que como se decía antes, era una preocupación constante de Clodoveo, asegurarse de que solo su linaje heredara la corona. Pues bien, la Ley Sálica establece la transmisión del trono a favor siempre del miembro varón de la dinastía.

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Firma de Carlomagno:
“Signum (monograma: KAROLVS) Karoli gloriosissimi regis”

Carlomagno mantuvo esa norma y nos ha llegado hasta hoy con alguna excepción, como por ejemplo durante el periodo en el que Fernando VII emitió una Pragmática Sanción para que su hija Isabel, pudiese reinar a su muerte, originándose con ello las Guerras Carlistas.

Volviendo a Carlomagno, sin duda el mayor acontecimiento de su reinado fue su coronación como Emperador de Occidente, un hecho casi inconcebible. Uno de los acontecimientos más importantes para la historia.

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La historia comienza por el hecho de que la Iglesia de Roma consideraba que el Titulo de Emperador estaba vacante porque había subido al trono de Bizancio una mujer, Irene Sarantapechaina (circa 752-803), o Irene de Atenas, una mujer de armas tomar cuya historia es aún más interesante que la que estamos contando aquí. Viuda del emperador León IV y madre del emperador Constantino VI, se hizo proclamar basileus (“emperador”), en lugar del femenino, basilissa (“emperatriz”), que implicaba únicamente ser la esposa del emperador.

Pero todo esto, toda la historia pudo haber sucedido de forma distinta. Todo pudo ser diferente solo con una proposición de matrimonio.

Irene era mucha Irene, no se dejaba arredrar por nada. Hay que recordar que Bizancio es el Imperio Romano de Oriente, el ÚNICO y una de las fuerzas políticas más importantes del momento… Irene ya había pasado por bastantes problemas, tanto para ejercer la regencia en nombre de su hijo Constantino VI, como para ser reconocida como Basileus, y no iba a seguir soportando ninguneos de nadie, y menos de la Iglesia de Roma, con la que había tenido un gesto de reconciliación al volver a permitir las imágenes y acabar con la crisis iconoclasta con el II Concilio de Nicea.

image_theopanes_niceaPues bien, según Teófanes el Isauro (758-818), monje bizantino llamado también “el Confesor”, Constantino VI, hijo de Irene, al alcanzar la mayoría de edad (en el año 790), quiso casarse con una hija de Carlomagno para afianzar su posición frente a su madre, pero entre que Carlomagno no quería casar a sus hijas y que Irene no quería abandonar el trono, este matrimonio no se llevó nunca a cabo, y en el año 797 (reduciendo mucho la historia) Irene descubre que su hijo participa en una conspiración para derrocarla y le mandó cegar para apartarle del trono.

Cuando Carlomagno es nombrado emperador, Irene lo ve como una amenaza y se negó a reconocer el nombramiento.

Teófanes habla entonces de otra propuesta de matrimonio, esta vez de Carlomagno a la mismísima Irene en el año 802, pero dado que Carlomagno se quedó viudo en el mismo año 800 antes de la coronación, las conversaciones entre ambos bien pudieron ser más tempranas, incluso este mismo año al enviudar, lo que supondría una amenaza directa para la Iglesia de Roma. Lo que se sabe, es que los detractores de Irene utilizaron esta propuesta del año 802 para derrocarla en ese mismo año. Irene es desterrada a Lesbos y murió un año más tarde.

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Según Eginardo, Carlomangno no sabía que iba a ser coronado Emperador y solo acudió a la Iglesia a rezar sus oraciones “encontrándose” con la gracia (seguramente esto es una exageración más para loar el “cristiano” proceder de Carlomagno), pero el caso es que la Iglesia podría haber acelerado el nombramiento de Emperador, tal vez por saber de la existencia de estas conversaciones de matrimonio. Y así, el 25 de diciembre del año 800 (como se recordará Clodoveo se convirtió al cristianismo un 25 de diciembre, ese mismo día) en Navidad, Carlomagno fue coronado como Emperador de Occidente por el papa León III.

El Título de Emperador de los Romanos se quedó en Bizancio, no obstante. Irene nunca le reconoció a Carlomagno esta dignidad, aunque con el tiempo, Bizancio sí que llegó a aceptar el Imperio Franco de Occidente. Pero este reconocimiento nunca vino de Irene, fue bastante posterior, con Miguel I Rangabé (770-844) y en medio de una disputa territorial en Italia.

La evolución del Imperio “franco” de Occidente pasó por muchos avatares y fue llamado después Sacro Imperio Romano-Germánico, precisamente con una dinastía sajona, esa a la que tanto hiciera sufrir Calomagno, la dinastía Otónida. Desaparece en 1806 y es, digamos, continuado por el Imperio Austro-Húngaro hasta su desaparición, ya en el siglo XX.

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Esto sería otro relato, pero dejadme añadir una cosa más… Carlomagno dejó el imperio unificado a su hijo Luis el Piadoso (Ludovico Pío, 778-840), pero éste, siguiendo la costumbre patrimonial de los francos volvió a dividirlo al dejárselo en herencia a sus hijos. En el año 843 merced al Tratado de Verdún y después de fallecido el hijo mayor, Lotario, el enorme reino franco-carolingio quedó dividido entre:

Luis el Germánico, segundo hijo, quien hereda el territorio este, lo que después sería el Sacro Imperio Romano Germánico, del que una importante parte constituiría más tarde Alemania.
Y Carlos el Calvo, tercer hijo y rey de los francos del oeste, el territorio que terminaría por ser, con el tiempo, Francia.

Y nunca más volvió a reunificarse, por lo que es en este punto de la historia donde se sitúa el inicio del camino hacia la actual configuración territorial de Europa.

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